TDAH y Consumo de Sustancias
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por inatención, hiperactividad e impulsividad. A lo largo de mi trayectoria como psicóloga, he comprobado que estas características pueden relacionarse con conductas de riesgo, en especial el consumo de sustancias, destacando el consumo de cannabis o porros.
En este artículo abordaré la relación existente entre el TDAH y el consumo de cannabis, los antecedentes genéticos que pueden influir, la afectación en la vida diaria y algunos hallazgos de estudios recientes. También analizaremos la posibilidad de que el consumo oculte los síntomas y la relevancia de intervenciones tempranas en la infancia.
Relación entre TDAH y consumo de cannabis
Diversos estudios muestran que las personas con TDAH, impulsadas por su baja tolerancia a la frustración, su inquietud constante y su dificultad para concentrarse, tienen una mayor probabilidad de desarrollar hábitos de consumo de distintas sustancias, incluido el cannabis.
Un meta-análisis reciente publicado por Froude et al. (2024) evidenció que la prevalencia de trastorno por consumo de cannabis (CUD) en población con TDAH puede llegar a 26.9% a lo largo de la vida y 19.2% en la actualidad. Además, el riesgo de desarrollar CUD podría ser 2.85 a 2.91 veces mayor que en la población general, lo que subraya la importancia de evaluar y prevenir el consumo en quienes padecen TDAH.
Influencia de los antecedentes genéticos
Los antecedentes genéticos pueden desempeñar un papel decisivo en esta relación. Algunos factores genéticos podrían predisponer tanto al TDAH como al consumo de sustancias. Por ejemplo, en familias donde existan casos de TDAH y consumo de porros, aumenta la probabilidad de que ambas condiciones se manifiesten en la misma persona.
Consecuencias del consumo de cannabis en el TDAH
En la práctica clínica, muchas personas con TDAH recurren al cannabis para intentar regular la ansiedad o la hiperactividad. Algunas incluso lo utilizan con presuntos fines “terapéuticos” (Hernandez & Levin, 2022). Sin embargo, la evidencia científica acerca de su seguridad y eficacia a largo plazo es limitada, y no hay conclusiones definitivas sobre los beneficios potenciales.
Aun así, los estudios apuntan a que un consumo frecuente y no regulado suele ser contraproducente, debido a diversos efectos conductuales y riesgos que se sostienen en el tiempo.
Efectos conductuales
- Empeoramiento de la concentración: El cannabis puede intensificar problemas de atención y memoria.
- Mayor impulsividad: No controla la impulsividad; en algunos casos, incluso puede propiciar conductas de riesgo.
- Emociones inestables: El TDAH suele acompañarse de altibajos emocionales que se agravan con el consumo.
- Rendimiento académico o laboral deficiente: Al combinar hiperactividad, falta de atención y consecuencias del cannabis, la vida diaria se ve afectada.
Riesgos a largo plazo
- Alteración en el desarrollo cerebral: En adolescentes, cuyos cerebros aún se forman, el cannabis puede causar daños prolongados.
- Dependencia: El uso para controlar la ansiedad o la impulsividad puede derivar en dependencia.
- Enmascaramiento de síntomas: El consumo habitual podría ocultar las señales reales del TDAH y retrasar el inicio de un tratamiento adecuado.
Efectos del consumo de cannabis en el cerebro
El uso frecuente de cannabis puede alterar diversas regiones cerebrales, en particular en adolescentes y adultos jóvenes:
- Corteza prefrontal: Relacionada con la toma de decisiones, la planificación y el control de impulsos.
- Circuitos de recompensa: Aumento de la probabilidad de buscar más cannabis u otras sustancias.
- Memoria y aprendizaje: Afectación de áreas esenciales para la consolidación de la información.
Para quienes viven con TDAH, estos cambios pueden empeorar los síntomas característicos del trastorno, dificultando su abordaje terapéutico y empeorando el pronóstico.
Casos clínicos (anónimos)
Para ilustrar mejor cómo el TDAH y el consumo de cannabis pueden relacionarse, a continuación presento tres testimonios anónimos basados en experiencias clínicas. Se omiten o modifican detalles identificativos para proteger la privacidad de los pacientes.
Caso 1: "David" (16 años)
- Desde niño ha mostrado inatención y problemas para regular su conducta en clase.
- A los 15 años empezó a fumar porros ocasionalmente con amigos. Refería que le "ayudaba a relajarse".
- Con el tiempo, se volvió menos participativo en el colegio y sus notas bajaron drásticamente.
- Tras la evaluación, se concluyó que el cannabis estaba exacerbando sus dificultades de concentración y enmascarando parte de sus síntomas de TDAH.
- El tratamiento combinó terapia cognitivo-conductual y psicoeducación familiar; tras unos meses, David mejoró en el control de impulsos y redujo gradualmente el consumo.
Caso 2: "María" (19 años)
- Diagnosticada con TDAH en la adolescencia, había iniciado tratamiento farmacológico pero lo abandonó.
- Empezó a consumir cannabis de forma diaria para "manejar el estrés" de los exámenes universitarios.
- Presentaba altibajos emocionales severos y dificultades para planificar sus rutinas.
- Con orientación psicológica y entrenamiento en funciones ejecutivas, María aprendió estrategias de estudio efectivas y sustituyó la automedicación con hábitos saludables.
- Ahora mantiene un consumo de cannabis significativamente menor y ha mejorado su rendimiento académico.
Caso 3: "Luis" (32 años)
- Fue diagnosticado con TDAH tardíamente, a los 30 años, y no tuvo un seguimiento adecuado.
- Ha fumado cannabis de forma diaria durante más de diez años, percibiéndolo como una forma de "calmar la mente".
- Con el paso del tiempo, experimentó una notable falta de motivación y dificultades para organizar su vida laboral y personal.
- Al buscar ayuda profesional, se descubrió que muchos de sus problemas de memoria y atención se vieron potenciados por el consumo crónico.
- Con un abordaje integral que incluyó terapia cognitivo-conductual, psicoeducación y entrenamiento en habilidades sociales, Luis inició un proceso de reducción progresiva del consumo y estableció rutinas más saludables, logrando una mejora notable en su desempeño diario.
Estos casos demuestran cómo la impulsividad y la inestabilidad emocional del TDAH pueden llevar a usar el cannabis como un falso refugio. Sin embargo, el consumo tiende a agravar los síntomas, dificultar el diagnóstico y entorpecer el proceso de aprendizaje.
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¿Influye el consumo de cannabis en el diagnóstico de TDAH?
El consumo continuado de cannabis puede enmascarar o superponer síntomas que dificultan un diagnóstico claro de TDAH. Por ejemplo, la falta de energía, la desmotivación o los problemas de concentración asociados al cannabis pueden confundirse con síntomas de inatención y fatiga mental típicos del TDAH.
Por eso, al sospechar de TDAH, es crucial evaluar los hábitos de consumo y analizar si los síntomas existían antes de iniciar el consumo de la sustancia. De esta forma, se puede diferenciar cuáles dificultades son propias del TDAH y cuáles podrían ser potenciadas por el cannabis.
¿La intervención en la infancia previene el consumo de esta sustancia?
En mi experiencia, las intervenciones tempranas pueden ser determinantes. Trabajar aspectos como:
- Educación emocional: Reconocer y gestionar los impulsos de manera saludable.
- Habilidades sociales: Aprender a interactuar sin recurrir a conductas de riesgo.
- Psicoeducación familiar: Involucrar a padres, docentes y cuidadores para abordar el TDAH eficazmente.
Si bien no garantizan la ausencia total de consumo en etapas posteriores, estas estrategias reducen la probabilidad de que el cannabis (u otra sustancia) sea percibido como una solución.
Programas y Metodologías Específicas
Para reforzar la eficacia de las intervenciones, se recomiendan programas o metodologías que han demostrado un impacto positivo en la prevención o reducción del consumo en niños y adolescentes con TDAH:
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Entrenamiento en Habilidades Sociales (EHS)
- Objetivo: Fomentar la comunicación asertiva y la resolución de conflictos.
- Eficacia: Al fortalecer las relaciones y reducir la impulsividad, se minimiza la tendencia a recurrir a sustancias.
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Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
- Objetivo: Identificar y modificar patrones de pensamiento que influyen en el consumo o la desregulación emocional.
- Eficacia: Favorece la gestión de la ansiedad y la frustración, factores que pueden detonar conductas de riesgo.
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Terapia Familiar (TCP)
- Objetivo: Intervenir en el entorno familiar y social, optimizando las dinámicas en el hogar.
- Eficacia: Útil para adolescentes con conductas de riesgo, pues implica a padres, cuidadores y escuelas de forma integral.
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Entrenamiento en Funciones Ejecutivas
- Objetivo: Mejorar la planificación, memoria de trabajo y autocontrol, habilidades esenciales en el TDAH.
- Eficacia: Reduce la impulsividad y, en consecuencia, la búsqueda de sustancias como mecanismo de afrontamiento.
Conclusiones
La relación entre TDAH y cannabis es compleja: intervienen factores genéticos, impulsividad, ansiedad y estrés, que aumentan la vulnerabilidad al consumo. Al mismo tiempo, el cannabis puede agravar los síntomas, enmascarar el trastorno o dificultar el diagnóstico temprano.
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