Guía sobre autoestima y autoconcepto para mejorar tu vida
Cuando mis pacientes llegan a consulta, a menudo sienten un malestar general consigo mismos, pero les cuesta ponerle nombre. La clave suele estar en dos ideas que usamos casi como sinónimos, pero que son mundos aparte: el autoconcepto y la autoestima.
El autoconcepto es, básicamente, la descripción que haces de ti, mientras que la autoestima es el cariño y el valor que te das a raíz de esa descripción. En mi experiencia, entender bien esta diferencia es el primer paso, el más importante, para empezar a construir una relación más sana y compasiva contigo.
Entendiendo tu mundo interior: autoestima y autoconcepto
Como psicóloga, una de mis primeras tareas es desenredar estos dos conceptos. Son dos procesos internos muy distintos que definen cómo te ves, cómo te sientes y, en definitiva, cómo te relacionas con el mundo.
Piensa que tu vida es una obra de teatro. El guion de esa obra, con todos sus detalles, sería tu autoconcepto. Aquí incluyo todos los datos y creencias que tienes sobre quién eres: tus roles (madre, amigo, profesional), tus habilidades ("se me da bien cocinar", "me cuesta hablar en público"), tus rasgos físicos e incluso lo que percibes como defectos. Es el mapa mental que has ido dibujando sobre ti a lo largo de los años.
La autoestima, en cambio, es cómo te sientes al interpretar ese papel. Es la valoración emocional, el juicio de valor que haces sobre ese guion. Puedes tener un autoconcepto muy claro ("soy una persona trabajadora y detallista"), pero si en el fondo sientes que eso no es suficiente o valioso, tu autoestima será baja.
La conexión inseparable entre lo que crees que eres y lo que sientes por ti
Aunque sean diferentes, autoestima y autoconcepto están en un diálogo constante. Un autoconcepto lleno de etiquetas negativas ("soy torpe", "no soy inteligente") va a minar tu autoestima sí o sí. Si la descripción que tienes de ti es crítica y dura, es casi imposible que sientas aprecio por la persona que eres.
Tu autoconcepto es el "qué" (quién crees que eres), mientras que tu autoestima es el "cuánto" (cuánto te valoras por serlo). No puedes fortalecer uno sin prestarle atención al otro.
Esta imagen lo explica de una forma muy visual: el autoconcepto (el pensamiento, representado por el cerebro) influye directamente en la autoestima (la emoción, representada por el corazón).

El diagrama nos recuerda algo fundamental: para mejorar cómo nos sentimos con nosotros mismos (autoestima), primero tenemos que revisar y ajustar las creencias que tenemos sobre quiénes somos (autoconcepto).
Por qué es vital diferenciar ambos conceptos
Saber distinguirlos te da un poder inmenso. Te permite identificar con mucha más precisión dónde está el problema. ¿Necesitas ajustar la descripción que haces de ti para que sea más realista y compasiva? ¿O lo que necesitas es aprender a valorar las cualidades que ya reconoces en ti?
Para que quede aún más claro, he preparado esta tabla comparativa.
Diferencias clave entre autoestima y autoconcepto
Aquí puedes ver de un vistazo cómo se distingue cada concepto, ayudándote a entender mejor qué área necesitas trabajar.
| Característica | Autoconcepto (El mapa de quién soy) | Autoestima (El valor que me doy) |
|---|---|---|
| Componente principal | Cognitivo y descriptivo (pensamientos, creencias). | Emocional y valorativo (sentimientos, juicios). |
| Naturaleza | Es la información que tienes sobre ti. | Es la opinión que tienes sobre esa información. |
| Pregunta que responde | "¿Quién soy?" | "¿Cuánto valgo?" |
| Ejemplo | "Soy una persona introvertida y creativa". | "Me siento orgulloso/a de ser creativo/a". |
| Cómo se trabaja | Cuestionando creencias, redefiniendo tu identidad. | Practicando autocompasión, celebrando logros. |
| Impacto | Define tu identidad y cómo te percibes. | Afecta a tu bienestar emocional y motivación. |
Como ves, aunque están relacionados, cada uno apunta a una parte distinta de tu mundo interior. Esto nos permite enfocar el trabajo terapéutico de una manera mucho más eficaz.
- Trabajar el autoconcepto implica: Cuestionar esas creencias limitantes que arrastras, identificar tus fortalezas reales y construir una narrativa personal más justa y equilibrada.
- Trabajar la autoestima implica: Practicar la autocompasión, aprender a celebrar tus logros (por pequeños que parezcan) y establecer límites sanos que protejan tu valor personal.
A lo largo de esta guía, vamos a profundizar en cómo ambos elementos se influyen y qué puedes hacer, paso a paso, para fortalecerlos. Considéralo el punto de partida para un cambio profundo y duradero.
Trabajemos juntos
Estoy disponible tanto para terapia presencial en Las Palmas como para sesiones online.
Cómo la presión social distorsiona tu espejo interior
Como psicóloga, veo a diario cómo nuestro entorno moldea la percepción que tenemos de nosotros mismos. Vivimos en un mundo que constantemente nos bombardea con mensajes sobre cómo deberíamos ser, qué deberíamos tener y qué aspecto deberíamos lucir. Estos mensajes funcionan como un espejo de feria, uno que deforma nuestro reflejo hasta que casi no reconocemos a la persona que nos devuelve la mirada.

La presión social, los ideales de belleza inalcanzables que vemos en redes y las expectativas de la familia o del trabajo se van filtrando en nuestro diálogo interno. Poco a poco, sin darnos cuenta, empezamos a construir un autoconcepto que no se basa en quiénes somos de verdad, sino en lo que creemos que los demás esperan de nosotros.
El peligro de la validación externa
Cuando tu autoconcepto se alimenta de la opinión ajena, tu autoestima se vuelve increíblemente frágil. Empieza a depender de factores que no puedes controlar: un «me gusta», un cumplido, un ascenso en el trabajo. Esta búsqueda de validación externa es una carrera sin fin, porque nunca es suficiente.
Este ciclo es especialmente dañino para los más jóvenes, que están en pleno proceso de forjar su identidad. La presión por encajar es inmensa y puede llevar a una desconexión muy profunda con su verdadero yo.
La diferencia fundamental está aquí: construir una autoimagen auténtica se basa en conocerse y aceptarse, mientras que una fabricada para agradar se basa en el miedo al rechazo.
Para ilustrar este punto, los datos son reveladores. Según el Barómetro Juventud, Salud y Bienestar, más de la mitad de los jóvenes españoles entre 15 y 29 años (54,7 %) ha tenido problemas de salud mental en el último año. Una de las causas de fondo es la preocupación por la imagen corporal: casi el 36 % se preocupa mucho o bastante por cómo los demás ven su físico, una cifra que se dispara al 44,7 % en el caso de las mujeres. Puedes leer más sobre los hallazgos de esta investigación para entender la magnitud del problema.
La voz interior frente al ruido exterior
El gran reto es aprender a filtrar ese ruido. La sociedad nos empuja a compararnos sin parar, un hábito que va erosionando la autoestima. Vemos vidas editadas y cuerpos perfectos, y nuestro cerebro, a través de sesgos cognitivos, asume que esa es la norma y que nosotros estamos fallando.
Para empezar a fortalecer tu mundo interior, es crucial que aprendas a diferenciar estas dos voces:
- La voz del ruido exterior: Es crítica, exigente e impone «deberías». Te dice que no eres suficiente, que tienes que cambiar para que te acepten y que tu valor depende de lo que consigues o de tu apariencia.
- Tu voz interior auténtica: Es compasiva, curiosa y te habla desde tus valores. Te pregunta qué necesitas, qué te hace sentir bien y te recuerda tus fortalezas, más allá de lo que opinen los demás.
Diferenciar estas voces es un pilar en la terapia. Muchas veces, las dificultades en las relaciones surgen de estos patrones. Por ejemplo, en mi trabajo con parejas, veo cómo la baja autoestima de uno puede llevar a malas interpretaciones y conflictos, algo que exploro en mi artículo sobre los sesgos cognitivos en la relación de pareja.
Empezando a construir un espejo propio
Reconectar contigo no es un acto de egoísmo, es una necesidad para tu bienestar. Implica un esfuerzo consciente por dejar de mirar tanto hacia fuera para empezar a mirar hacia dentro. Aprender a separar lo que eres de lo que el mundo espera que seas es el primer paso para construir una autoestima resiliente.
Una autoestima sana no es la que te hace sentir superior a los demás, sino la que te permite sentirte a gusto en tu propia piel sin necesitar la aprobación constante. Es la que te da la fuerza para ser tú mismo, para poner límites y para tomar decisiones alineadas con lo que de verdad quieres y necesitas. Mi objetivo como terapeuta es ayudarte a construir tu propio espejo, uno que refleje tu auténtico valor.
El impacto real de la era digital en tu autovaloración
Las redes sociales se han convertido en un escaparate constante de vidas que parecen perfectas. Es casi inevitable que, al asomarnos, nos sintamos un poco insuficientes. Como psicóloga, observo a diario cómo este fenómeno digital está redefiniendo la manera en que construimos nuestra autoestima y autoconcepto, y muchas veces, de formas poco saludables.
Esta exposición continua a logros ajenos, viajes exóticos y apariencias idealizadas nos sumerge en lo que en psicología llamamos “comparación social ascendente”. Se trata de ese mecanismo casi automático de compararnos con personas que percibimos como «mejores» que nosotros en algún aspecto. Si esto ocurre de vez en cuando, puede llegar a ser motivador; el problema es que, cuando se convierte en un hábito diario, el efecto sobre la autoestima es devastador.
La trampa de la validación a través de los "me gusta"
El lío se complica cuando empezamos a buscar la validación fuera, en estas plataformas. Cada «me gusta», cada comentario o nuevo seguidor se convierte en una pequeña dosis de aprobación que, momentáneamente, refuerza nuestra sensación de valía. Pero este mecanismo es una trampa: transforma nuestro autoconcepto en algo frágil, que depende totalmente del aplauso de los demás.
Cuando tu valor personal empieza a subir y bajar según la interacción que recibes online, estás cediendo el control de tu bienestar emocional. Tu identidad se construye sobre una base inestable, y la ansiedad por mantener esa imagen pública puede volverse agotadora. De hecho, la conexión entre el uso intensivo de estas plataformas y los problemas de autovaloración es cada vez más evidente, sobre todo en la gente joven.
La búsqueda de validación en redes sociales es como intentar saciar la sed con agua salada. Cuanto más bebes, más sed tienes.
El impacto en España es significativo. El VI Estudio de Salud y Estilo de Vida de Aegon revela un dato preocupante: más del 32 % de los jóvenes admite tener problemas de autoestima directamente relacionados con el uso de redes sociales. Estas dificultades surgen de esa comparación constante y de la presión por proyectar una imagen ideal, lo que acaba distorsionando negativamente su autoconcepto. Si te interesa, puedes profundizar en los datos de este informe sobre salud juvenil.
Estrategias para un uso consciente de la tecnología
Proteger tu salud mental no significa demonizar la tecnología, sino aprender a usarla de una forma que te enriquezca en lugar de hacerte daño. Se trata de desarrollar una relación más consciente y saludable con el mundo digital, estableciendo límites claros que protejan tu espacio interior.
Aquí te dejo algunas estrategias que suelo trabajar en consulta y que funcionan muy bien:
- Haz una "limpieza digital" consciente: Deja de seguir a esas cuentas que, siendo sincero contigo mismo, te hacen sentir mal. Prioriza contenido que te inspire, te enseñe algo nuevo o, simplemente, te saque una sonrisa.
- Limita el tiempo de exposición: Usa las herramientas de tu propio móvil para ponerte límites de tiempo diarios en las aplicaciones que más te afectan. Reducir la exposición es reducir las oportunidades de caer en la trampa de la comparación.
- Cuestiona lo que ves: Recuérdate activamente que las redes sociales son solo un recorte muy editado de la realidad. Detrás de cada foto perfecta hay una vida con sus propias luchas y desafíos, exactamente igual que la tuya.
Este ciclo de comparación y búsqueda de validación puede generar niveles de estrés y malestar muy altos. Si sientes que este tema te resuena, te invito a leer mi artículo sobre cómo las redes sociales pueden generar ansiedad, donde profundizo en estos mecanismos y te doy más herramientas. El objetivo final es que la tecnología sea una herramienta a tu favor, y no en tu contra.
Ejercicios prácticos para fortalecer tu autoestima día a día
La teoría está muy bien para entender qué nos pasa por dentro, pero seamos sinceros: el cambio de verdad, el que se siente en el cuerpo y transforma tu día a día, nace de la acción. Esta sección es tu caja de herramientas personal. La he diseñado para que dejes de ser una simple espectadora de tu vida interior y te conviertas en la arquitecta de una relación mucho más sana y amable contigo misma.
Como psicóloga, he visto una y otra vez que el camino para fortalecer la autoestima y el autoconcepto no va de grandes gestos heroicos, sino de pequeños hábitos que sostenemos en el tiempo. A continuación, te voy a guiar por una serie de ejercicios muy concretos y sencillos que puedes empezar a integrar en tu rutina desde hoy mismo.

Transforma tu diálogo interno de crítico a aliado
Párate a pensar en esto: la voz más influyente en tu vida es la que resuena constantemente en tu cabeza. Si esa voz no para de criticarte, es imposible que tu autoestima no sufra. El primer paso, y quizá el más poderoso, es aprender a hablarte con la misma amabilidad y paciencia que le ofrecerías a un buen amigo que lo está pasando mal.
Este ejercicio de reestructuración cognitiva es una auténtica joya:
- Pilla a tu crítico interior con las manos en la masa: Empieza a prestar atención a tus pensamientos. Cuando te sorprendas diciéndote algo del tipo "Qué torpe soy" o "Es que nunca hago nada bien", haz una pausa.
- Cuestiona su autoridad: Ahora, pregúntate con honestidad: ¿es este pensamiento cierto al 100 %? ¿Existe alguna prueba que lo contradiga? Y la pregunta del millón: ¿le diría yo esto a alguien a quien quiero?
- Reformúlalo con compasión: Transforma esa frase en algo más realista y, sobre todo, más amable. Por ejemplo, "He cometido un error, y no pasa nada, estoy aprendiendo" o "Esto no ha salido como esperaba, pero la próxima vez probaré a hacerlo de otra manera".
Este simple cambio de lenguaje no es autoengaño, es hacerte justicia. Se trata de construir un autoconcepto que se base en una visión equilibrada de ti, una que reconozca tanto tus áreas de mejora como tus capacidades reales.
Tratarte con compasión no es un acto de debilidad, sino la muestra más grande de fortaleza y autorrespeto. Es el pilar sobre el que se construye una autoestima sólida.
El diario de logros para reeducar tu foco de atención
Nuestro cerebro tiene una tendencia natural a fijarse en lo negativo; es un viejo mecanismo de supervivencia que nos ha ayudado a llegar hasta aquí. El problema es que, para construir una autoestima sana, necesitamos entrenarlo para que también vea todo lo bueno. El diario de logros es una herramienta fantástica para conseguirlo.
Es muy sencillo. Cada noche, antes de irte a dormir, dedica cinco minutos a escribir tres cosas que hiciste bien durante el día. Y no, no tienen por qué ser hazañas épicas. Pueden ser cosas tan cotidianas como:
- "Hoy por fin he terminado ese informe que se me estaba atragantando".
- "He sido capaz de mantener la calma en una conversación que se estaba poniendo tensa".
- "He sacado diez minutos solo para mí, para pasear y desconectar un poco".
Este ejercicio te obliga a buscar de forma activa tus pequeños éxitos diarios, reforzando la percepción de que eres una persona competente y válida. Con el tiempo, esta práctica va calando y modifica tu autoconcepto, ayudándote a pasar del "soy alguien que siempre falla" al "soy alguien capaz de lograr cosas".
Identifica tus fortalezas y ponlas en acción
Es imposible querer algo que no conoces. Y muchas veces, nos pasa eso con nosotros mismos. Nos centramos tanto en nuestros defectos que se nos olvidan por completo nuestras virtudes. Mi propuesta es que te tomes un tiempo para hacer una lista honesta de tus fortalezas personales.
¿No sabes por dónde empezar? Piensa en qué te dicen tus amigos que se te da bien. Reflexiona sobre esas situaciones en las que te sientes como pez en el agua o qué cualidades admiras en los demás y que, si lo piensas, quizá también tengas tú. ¿Eres una persona creativa, perseverante, empática, organizada? Anótalo todo.
Cuando tengas tu lista, llega el paso crucial: úsala de forma consciente.
- Si eres creativo, busca un hueco para pintar, escribir o cocinar algo nuevo.
- Si eres empático, llama a ese amigo que sabes que lo está pasando mal.
- Si eres perseverante, retoma ese proyecto que dejaste a medias.
Vivir de acuerdo con tus fortalezas y valores refuerza quién eres de verdad. Te da una sensación de propósito y autenticidad que ninguna validación externa podrá igualar jamás.
Plan de acción semanal para tu bienestar emocional
Para ayudarte a poner en práctica todo esto de forma constante, he preparado una pequeña tabla. La idea es que te sirva de guía para integrar estos hábitos en tu semana, trabajando a la vez el conocimiento sobre ti (autoconcepto) y la valoración que te das (autoestima). Puedes adaptarla como quieras, lo importante es el compromiso contigo.
Plan de acción semanal para tu bienestar emocional
| Día/Frecuencia | Ejercicio para el autoconcepto (Conocimiento) | Ejercicio para la autoestima (Valoración) |
|---|---|---|
| Lunes | Escribe 5 cosas que te gustan de tu personalidad. | Ponte una meta pequeña y realista para hoy. ¡Celébrala al cumplirla! |
| Martes | Pregunta a un amigo de confianza qué 3 cualidades valora más de ti. | Vístete con algo que te haga sentir especialmente bien y seguro/a. |
| Miércoles | Haz algo que se te dé bien y disfruta de la sensación de competencia. | Practica el "No". Di no a una pequeña petición que no te apetezca hacer. |
| Jueves | Piensa en un reto que superaste en el pasado. ¿Qué fortalezas usaste? | Dedica 15 minutos a un hobby o actividad que te apasione, sin interrupciones. |
| Viernes | Escribe sobre un valor importante para ti y cómo lo aplicaste esta semana. | Repasa tu semana y anota 3 logros, por pequeños que sean. |
| Sábado | Permítete un rato para no hacer nada, simplemente estar contigo y observar tus pensamientos. | Haz algo amable por ti, como prepararte tu comida favorita o darte un baño relajante. |
| Domingo | Planifica la próxima semana incluyendo una actividad que ponga en juego una de tus fortalezas. | Mírate al espejo y, en lugar de criticar, busca una cosa que te guste y agradécetela. |
Recuerda que este plan es una herramienta, no una obligación. La clave es la intención y la constancia, no la perfección. Cada pequeño paso que das para conocerte y valorarte es una victoria inmensa en el camino hacia tu bienestar.
Estos ejercicios son un magnífico punto de partida. Sin embargo, gestionar la autocrítica y los pensamientos negativos es un proceso que a menudo se entrelaza con la gestión emocional en general. Si sientes que la ansiedad te desborda y te impide aplicar estas herramientas, te puede ser de gran ayuda explorar cómo dominar tus emociones y controlar la ansiedad para crear una base más estable desde la que poder trabajar. La clave de todo esto es la constancia y, sobre todo, la paciencia contigo misma.
Señales para buscar ayuda profesional y cómo puedo guiarte
Los ejercicios que hemos visto son un excelente punto de partida, pero hay momentos en los que el camino se vuelve demasiado empinado para recorrerlo en solitario. Reconocer cuándo necesitamos una mano externa no es un signo de debilidad, sino de una profunda valentía y autoconocimiento. Como psicóloga, mi trabajo es ofrecerte ese espacio seguro donde puedas desenredar el nudo sin juicios.
A veces, una baja autoestima o un autoconcepto distorsionado se manifiestan de formas que van más allá de una simple inseguridad. Se convierten en un patrón que sabotea tu vida diaria, tus relaciones y tu capacidad para disfrutar. Es fundamental aprender a identificar estas señales de alarma para poder actuar a tiempo.
Cuándo la autocrítica se vuelve paralizante
Una cosa es ser consciente de tus áreas de mejora y otra muy distinta es vivir bajo el látigo de un crítico interno implacable. Si te identificas con alguna de estas situaciones, podría ser el momento de buscar apoyo:
- Evitación social constante: Dejas de ir a eventos o de ver a gente que quieres por miedo a ser juzgado, a no saber qué decir o a sentir que no encajas.
- Perfeccionismo extremo: Te exiges tanto que cualquier pequeño error se siente como un fracaso catastrófico, lo que te impide disfrutar de tus logros o incluso empezar proyectos nuevos.
- Problemas recurrentes en tus relaciones: Sientes celos a menudo, te cuesta confiar en los demás o entras en dinámicas donde te sientes infravalorada de forma repetida.
- Incapacidad para tomar decisiones: El miedo a equivocarte es tan grande que te paraliza, delegando constantemente en otros o dejando pasar oportunidades importantes.
- Un sentimiento persistente de vacío o tristeza: A pesar de tener cosas buenas en tu vida, sientes una apatía generalizada, como si algo fundamental estuviera roto por dentro.
Estas señales no son triviales; indican que la relación contigo necesita atención y cuidados profesionales. De hecho, el malestar emocional es más común de lo que pensamos. Un informe reciente de la Fundación Cruz Roja Española desveló que casi el 30 % de la población adulta en España presenta bajos niveles de bienestar emocional, un fenómeno que impacta directamente en la autoestima y el autoconcepto. Puedes leer más sobre los hallazgos de esta investigación para entender su alcance.
Mi enfoque terapéutico: un espacio para reconstruirte
En mi consulta, ya sea presencial en Las Palmas o en modalidad online, mi primer objetivo es crear un vínculo de confianza. Este espacio es tuyo, un lugar donde puedes ser vulnerable sin miedo a la crítica. Juntos, exploraremos el origen de esas creencias limitantes que te pesan tanto, entendiendo de dónde vienen para poder transformarlas.
Mi rol como psicóloga no es darte las respuestas, sino acompañarte con las herramientas adecuadas para que encuentres las tuyas. Es un trabajo en equipo para reconstruir una relación más sana y compasiva contigo.
Mi enfoque es integrador y totalmente personalizado. No hay dos personas iguales, por lo que adapto las estrategias a tus necesidades, tu ritmo y tu historia personal. Trabajaremos para sanar desde la raíz, no solo para aliviar los síntomas superficiales.
Apoyo especializado para cada etapa y necesidad
A lo largo de mis años de experiencia, he tenido el privilegio de acompañar a personas en momentos muy diferentes de sus vidas, cada una con sus propios desafíos:
- Adolescentes: Ayudo a los jóvenes a navegar una etapa llena de cambios y presiones, dándoles herramientas para construir una identidad sólida y una autoestima que no dependa de la aprobación externa.
- Adultos con sospecha de TDAH o autismo: Acompaño en el proceso de autodescubrimiento, ayudando a integrar el diagnóstico en el autoconcepto de una forma positiva y a desarrollar estrategias para gestionar los desafíos del día a día.
- Familias y parejas: Trabajamos juntos para mejorar la comunicación, sanar heridas y construir dinámicas relacionales más sanas, donde cada miembro se sienta valorado y respetado.
El objetivo final es siempre el mismo: que te sientas más fuerte, más seguro y más en paz contigo. Si sientes que ha llegado el momento de pedir ayuda, estoy aquí para guiarte en cada paso de ese valiente camino hacia tu bienestar.
Preguntas frecuentes sobre autoestima y autoconcepto
Para cerrar esta guía, he querido recopilar algunas de las dudas que más se repiten en mi consulta. La idea es darte respuestas claras y directas, basadas en mi experiencia como psicóloga, para aclarar esas preguntas que quizás también te rondan la cabeza sobre la autoestima y el autoconcepto.
¿Puedo tener un buen autoconcepto y una baja autoestima?
Sí, por supuesto. De hecho, es mucho más común de lo que parece. Puedes tener una descripción bastante clara y objetiva de ti misma (autoconcepto), como por ejemplo: «Soy una profesional competente, leal con mis amistades y organizada».
Sin embargo, si por dentro no le das valor a esas cualidades o sientes que nunca son suficientes, tu autoestima será baja. El problema no está en la descripción, sino en la valoración que haces de ella. Es como tener una obra de arte en casa y, aun sabiendo que es valiosa, ser incapaz de apreciar su belleza.
¿Cuánto tiempo se tarda en mejorar la autoestima en terapia?
Esta es la pregunta del millón, y la respuesta sincera es que no hay un tiempo fijo. Cada persona es un mundo, con su propia historia y sus propios ritmos. Reconstruir la autoestima no es una carrera de velocidad, sino más bien un camino de autodescubrimiento y sanación personal.
Algunas personas empiezan a notar cambios importantes en pocos meses, mientras que otras necesitan más tiempo para desmontar viejos patrones y construir cimientos más sólidos. Lo importante no es la rapidez, sino tu compromiso contigo misma y la constancia en el proceso.
En terapia no buscamos un parche rápido, sino un cambio profundo y que perdure. El objetivo final es que aprendas a ser tu mejor aliada, y esa es una habilidad que te acompañará para siempre.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo adolescente con su autoestima?
La adolescencia es una etapa de muchísimos cambios y, por tanto, de gran vulnerabilidad. Para ayudar a tu hijo o hija, lo fundamental es que sienta que en casa tiene un espacio de apoyo incondicional. Aquí te dejo tres claves que funcionan:
- Valida sus emociones: Escúchale sin juzgar, incluso cuando no entiendas del todo por qué se siente así. Un simple «entiendo que te sientas mal por esto» tiene un poder inmenso, mucho más que intentar restarle importancia a su problema.
- Enfócate en el esfuerzo, no solo en el resultado: Valora su dedicación y su perseverancia, independientemente de si al final saca un diez o un seis. Esto le ayuda a construir una sensación de competencia interna que no depende del éxito externo.
- Fomenta su autonomía: Permítele tomar sus propias decisiones (adecuadas a su edad) y equivocarse. Así le demuestras que confías en su criterio, algo clave para que empiece a construir confianza en sí mismo.
Lo más importante de todo es que se sienta querido y aceptado por ser quien es, no por lo que consigue.