Cómo superar una ruptura: Guía de Terapia de Pareja para sanar y avanzar

Para aceptar el dolor como parte del proceso de una ruptura, es crucial evitar decisiones impulsivas y centrarse en el autocuidado inmediato para estabilizar las emociones. Es fundamental entender que el duelo tiene fases iniciales como el shock o la negación. Permitirte sentir sin juicio es el primer paso real hacia la sanación.

Entendiendo el dolor de una ruptura para poder sanar

Soy Irene Arnás, psicóloga especializada en terapia de pareja, y a lo largo de mis años en consulta he visto cómo una ruptura puede sentirse como si el mundo se detuviera de golpe. Lo primero que quiero que sepas es algo fundamental: ese dolor tan intenso que sientes ahora mismo no es una señal de debilidad ni un error. Es, sencillamente, la respuesta natural y humana a la pérdida de un vínculo afectivo importante, un tema central en la terapia de pareja.

Muchas personas intentan saltarse esta fase, buscando distracciones inmediatas o negando la profundidad de su tristeza. Pero ignorar el dolor es como querer tapar una grieta en una presa; tarde o temprano, la presión hace que todo se desborde. Para superar una ruptura de una manera sana, el primer movimiento no es huir de lo que sientes, sino crear un espacio seguro para validarlo.

Tu cerebro y tu cuerpo están procesando una pérdida real, muy similar a un duelo. Por eso, las primeras reacciones suelen ser de incredulidad o shock. Quizá te encuentres revisando conversaciones pasadas, buscando una explicación lógica que no existe, o con la sensación de que todo ha sido una pesadilla de la que pronto despertarás.

La primera ola emocional: el shock y la negación

Inmediatamente después de la noticia, es muy común entrar en un estado de shock. Te sientes como en una burbuja, paralizada, incapaz de procesar realmente lo que acaba de ocurrir. No te asustes, es un mecanismo de defensa que nos protege temporalmente de un dolor que podría ser demasiado abrumador para asimilarlo de golpe.

A ese shock le suele seguir la negación. Te repites a ti misma: «Esto no puede estar pasando», «Seguro que mañana me escribe», «Fue solo una discusión tonta, se arreglará». La negación actúa como un amortiguador emocional, dándonos un tiempo precioso para empezar a movilizar nuestros recursos internos. No te culpes por tener estos pensamientos; forman parte del camino.

Este gráfico muestra esas fases iniciales que tantas personas atraviesan tras una ruptura.

Diagrama del proceso de duelo de 3 pasos: shock, negación y ansiedad, con iconos representativos.

Como ves, el proceso arranca con el impacto emocional (shock), seguido por esa resistencia a aceptar la realidad (negación). Justo después, suele aparecer una intensa inquietud (ansiedad), que prepara el terreno para las siguientes etapas del duelo.

Cómo gestionar la ansiedad inicial

Una vez que el shock empieza a disiparse, es muy probable que la ansiedad tome el relevo. Esta ansiedad no es abstracta, se siente en el cuerpo y en la mente:

  • Un nudo constante en el estómago.
  • Dificultad para concentrarte en el trabajo o en tareas cotidianas.
  • Pensamientos en bucle sobre tu expareja y la relación.
  • Problemas para dormir o cambios bruscos en el apetito.

En estos momentos, es crucial tener a mano herramientas prácticas para calmar tu sistema nervioso. Una técnica muy sencilla pero increíblemente efectiva es la respiración consciente. Cuando sientas que la ansiedad te desborda, para un momento. Inhala profundamente por la nariz durante cuatro segundos, sostén el aire otros cuatro segundos y exhala muy lentamente por la boca durante seis segundos. Repítelo varias veces. Notarás la diferencia.

Permítete sentir. La tristeza, la rabia o la confusión no son tus enemigos. Son mensajeros que te indican que algo importante para ti ha terminado. Escúchalos sin juicio, como lo harías con tu mejor amiga.

Otra prioridad absoluta es evitar las decisiones impulsivas. La mezcla de dolor y ansiedad es un cóctel peligroso que puede llevarte a hacer cosas de las que luego te arrepientas: enviar mensajes desesperados, publicar indirectas en redes sociales o buscar una reconciliación forzada. Antes de actuar, date una pausa. Pregúntate: «¿Estoy haciendo esto desde la calma o desde el pánico?».

Aceptar que el camino tendrá altibajos es vital. Habrá días buenos y días malos. El objetivo ahora mismo no es la perfección, sino la compasión contigo misma mientras navegas por este complejo proceso emocional.

Trabajemos juntos

Estoy disponible tanto para terapia presencial en Las Palmas como para sesiones online.

El autocuidado: tu principal herramienta de recuperación

Cuando el mundo emocional se tambalea tras una ruptura, el cuidado de tu cuerpo se convierte en tu ancla más fiable. En esta fase, no se trata de hacer grandes gestos ni cambios radicales. Se trata de pequeñas acciones diarias que te devuelvan una sensación de control y estabilidad.

Dibujos de una rutina diaria: dormir, comer, calzado deportivo, botella de agua y un calendario.

Sé por experiencia en mi consulta de terapia de pareja que, en estos momentos, la energía está por los suelos. Por eso, cualquier plan de autocuidado debe ser práctico y, sobre todo, realista. Piensa en ello como construir un refugio personal que proteja tu energía mientras sanas.

Los pilares básicos de tu bienestar físico

El estrés emocional de una ruptura afecta directamente a tu cuerpo. La hormona del estrés, el cortisol, se dispara, provocando problemas de sueño, falta de apetito y una sensación de agotamiento constante. Para contrarrestar esto, vamos a centrarnos en tres pilares fundamentales.

  • Sueño reparador: Intenta mantener un horario regular para acostarte y levantarte, incluso si no tienes ganas. Evita las pantallas una hora antes de dormir y crea un ambiente tranquilo en tu habitación. Si te cuesta conciliar el sueño, una infusión relajante o unos minutos de lectura pueden ser de gran ayuda.

  • Nutrición consciente: Cocinar puede parecer una tarea titánica ahora mismo. En lugar de presionarte, opta por comidas sencillas pero nutritivas. Ten a mano frutas, yogures o frutos secos. Prepara platos fáciles como una ensalada completa, una tortilla o verduras a la plancha. El objetivo es darle a tu cuerpo la energía que necesita para sostenerte.

  • Movimiento suave: No te estoy pidiendo que corras una maratón. El ejercicio, incluso el más suave, es un potente regulador emocional. Un simple paseo diario de 20-30 minutos al aire libre puede hacer maravillas para despejar la mente y reducir los niveles de cortisol. La clave es mover el cuerpo para que las emociones no se queden estancadas.

El proceso de superar una ruptura es especialmente complejo cuando la relación ha sido muy larga. Los datos muestran que el 31,8 % de los divorcios en España se producen tras 20 años o más de matrimonio, mientras que solo el 3,4 % corresponde a relaciones de menos de dos años. Esto nos indica que muchas personas enfrentan la reconstrucción de una vida entera, con vínculos económicos y familiares profundamente entrelazados, haciendo del autocuidado una estrategia aún más vital.

El autocuidado emocional: poner límites sanos

Cuidarte también implica proteger tu espacio emocional. Aquí es donde los límites se vuelven tus mejores aliados. No son un acto de egoísmo, sino una necesidad para tu recuperación.

El "contacto cero" no es un castigo para tu expareja, es un acto de amor hacia ti misma. Es darte el espacio y el tiempo necesarios para que tus heridas emocionales puedan empezar a cicatrizar sin interrupciones.

Establecer un período de contacto cero es una de las decisiones más efectivas que puedes tomar. Esto significa no llamar, no escribir y, muy importante, silenciar o bloquear sus perfiles en redes sociales. Ver su vida continuar sin ti solo añade sal a la herida y te mantiene anclada en un ciclo de dolor y esperanza que dificulta muchísimo el avance.

Además, es fundamental comunicar tus necesidades a tu círculo cercano. Quizás necesites hablar mucho del tema, o tal vez prefieras distracciones. Sé clara con tus amigos y familiares: “Hoy solo necesito que me escuches, no que me des consejos” o “¿Podemos hablar de otra cosa? Necesito despejarme”. La gente que te quiere te apoyará mucho mejor si sabe exactamente cómo hacerlo.

Este proceso de autocuidado es, en esencia, una forma de fortalecer tu relación contigo misma, un pilar fundamental para tu bienestar. Puedes aprender más sobre qué es el amor propio en mi artículo detallado.

Poco a poco, estas pequeñas acciones irán construyendo una base sólida desde la que podrás empezar a reconstruir tu vida. No subestimes el poder de cuidar de tus necesidades más básicas; en medio del caos, son el faro que te guía de vuelta a ti.

Dale la vuelta a tus pensamientos para sentirte mejor

Una ruptura no solo desordena tu vida y tus emociones; también pone patas arriba la historia que te cuentas sobre ti, sobre la relación y sobre lo que ha pasado. Es muy normal que, tras la separación, la mente se convierta en un campo de batalla lleno de pensamientos negativos y distorsionados.

Aquí es donde la reestructuración cognitiva se convierte en una herramienta clave. Como psicóloga especializada en dinámicas de pareja, veo a diario cómo estos pensamientos actúan como un ancla que nos impide avanzar. Identificarlos es el primer paso para soltar ese lastre.

Primero: identifica los pensamientos trampa

Hay ciertos patrones de pensamiento que tienden a repetirse en bucle después de una ruptura. No te sientas sola en esto, son reacciones increíblemente comunes, pero es fundamental que aprendas a reconocerlos para poder desactivarlos.

Los más frecuentes suelen ser:

  • La culpa que mira al pasado: "Si hubiera sido más paciente...", "Si no le hubiera dicho aquello en esa discusión...". Este tipo de pensamientos te atrapan en un pasado que no puedes cambiar y solo sirven para generar impotencia y remordimiento.
  • La generalización destructiva: "Nunca más voy a encontrar a nadie", "Todas mis relaciones terminan igual". Esto es tomar una experiencia dolorosa y convertirla en una ley universal para tu futuro, cerrándote la puerta a nuevas oportunidades antes incluso de que aparezcan.
  • El pensamiento catastrófico: "No voy a poder soportar estar sola", "Mi vida ya no tiene sentido sin esa persona". Este patrón es un experto en magnificar las consecuencias de la ruptura, haciéndote sentir que el futuro es un abismo insuperable.

Estos pensamientos no son la realidad. Son interpretaciones totalmente sesgadas por el dolor. Son lo que en psicología llamamos sesgos cognitivos, que nublan tu juicio y hacen la herida más profunda. Si te interesa este tema, puedes aprender mucho más sobre los sesgos cognitivos en las relaciones de pareja en otro de mis artículos.

Segundo: desafía y transforma tus patrones mentales

Una vez que tienes localizados a estos "pensamientos trampa", el siguiente movimiento es cuestionarlos. Ojo, no se trata de ignorarlos ni de obligarte a "pensar en positivo" de forma artificial, porque eso, sinceramente, no funciona y suele ser contraproducente. El objetivo es construir una perspectiva más equilibrada y, sobre todo, más compasiva contigo misma.

Una herramienta muy eficaz que utilizo siempre en terapia es el diario de pensamientos. Es un ejercicio sencillo pero con un poder increíble.

  1. Anota el pensamiento automático: Cuando te sientas abrumada por la tristeza o la ansiedad, coge papel y boli (o el móvil) y escribe exactamente lo que estás pensando. Por ejemplo: "Soy un fracaso porque esta relación no ha funcionado".
  2. Identifica la emoción que lo acompaña: ¿Qué sientes cuando ese pensamiento aparece? Ponle nombre: tristeza, vergüenza, rabia, miedo.
  3. Busca la evidencia: Ahora, te toca hacer de detective de tus propios pensamientos. ¿Qué pruebas reales tienes de que ese pensamiento es 100 % verdad? ¿Hay alguna evidencia que lo contradiga? Quizás has tenido otras relaciones que sí funcionaron un tiempo, o tienes éxito en otras áreas de tu vida que no estás viendo ahora.
  4. Crea una alternativa realista: Con esas pruebas en la mano, formula un pensamiento alternativo que sea más justo y equilibrado. Por ejemplo, en lugar del pensamiento inicial, podrías escribir: "Esta relación ha terminado, y eso me duele mucho, pero no significa que yo sea un fracaso. Todas las relaciones enseñan algo y esta experiencia me ayudará a crecer".

La meta no es eliminar el dolor de un plumazo, sino evitar que los pensamientos distorsionados añadan un sufrimiento que no te corresponde. Es la diferencia entre sentir el dolor normal de la pérdida y sentirte una persona sin valor por haberla sufrido.

Este proceso requiere práctica, no te voy a engañar. Al principio puede parecer un poco forzado, pero con el tiempo, casi sin darte cuenta, empezarás a interiorizar esta nueva forma de dialogar contigo. Estás, literalmente, entrenando a tu cerebro para que no caiga por defecto en las viejas trampas mentales.

Poco a poco, esta reestructuración te permitirá aceptar la realidad de lo que ha pasado sin que eso te defina ni te destruya. Irás construyendo una narrativa interna mucho más sana y fuerte, que será el motor que te impulse en tu camino para superar la ruptura.

Redescubre quién eres: tu vida social y tu identidad personal

Una de las sensaciones más extrañas y desorientadoras después de una ruptura es la de no saber muy bien quién eres. Es algo que veo constantemente en consulta, sobre todo en relaciones que han durado mucho tiempo. Parece que nuestra identidad se va mezclando con la de la pareja hasta que se crea un "nosotros" muy potente. Y de repente, ese "nosotros" ya no existe y te asalta una pregunta que puede ser abrumadora: ¿y ahora quién soy yo, sin esa persona a mi lado?

Dibujo de un hombre con su identidad, amigos, ambiciones y aficiones alrededor, como un mapa mental personal.

Recuperar tu esencia individual es un paso clave en el camino de superar una ruptura. No se trata de hacer borrón y cuenta nueva, sino de volver a conectar con lo que te define y empezar a construir, poco a poco, una vida que te pertenezca de verdad.

Vuelve a conectar con tu gente

Es completamente normal que, durante una relación, algunas amistades o incluso lazos familiares se queden un poco en segundo plano. No pasa nada. Este es el momento perfecto para reactivar esas conexiones. Puede que al principio te dé un poco de vértigo o apuro, pero recuerda que tu círculo de confianza es una fuente de apoyo y perspectiva que no tiene precio.

Eso sí, es muy importante que seas clara con lo que necesitas. La gente te quiere ayudar, pero no siempre sabe cómo.

  • Si solo necesitas que te escuchen: "Oye, ¿te puedo llamar un rato? Necesito soltar todo lo que ha pasado, pero de verdad que solo es para desahogarme, no busco consejos ahora mismo".
  • Si lo que quieres es distraerte: "Me vendría genial salir a dar un paseo y hablar de cualquier cosa menos de mi ruptura. ¿Te apetece que quedemos esta semana?".
  • Si buscas compañía sin más: "No tengo muchas ganas de hablar, la verdad, pero me sentiría mejor si te vienes a casa y vemos una peli juntos sin más".

Comunicar esto de forma directa evita frustraciones y ayuda a que tus seres queridos puedan darte justo el apoyo que más te va a servir.

Recupera tus pasiones y atrévete con algo nuevo

Párate a pensar: ¿qué te encantaba hacer antes de empezar esa relación? A lo mejor era pintar, salir de excursión los domingos, devorar novelas de misterio o practicar algún deporte. Desempolvar esas viejas aficiones es una forma increíble de reconectar con esa versión de ti que quizá tenías un poco olvidada.

Este también es un momento ideal para explorar. Apuntarte a algo nuevo no solo te va a generar una nueva ilusión, sino que te permite conocer a gente en entornos diferentes, sin la presión de tener que buscar nada romántico.

Un consejo que siempre doy es que pienses en la soledad no como un vacío que da miedo, sino como un espacio. Un lienzo en blanco que ahora puedes llenar con actividades, personas y experiencias que te nutran y te hagan crecer de una forma totalmente nueva.

Este proceso de redescubrimiento personal puede llegar a sentirse como una auténtica crisis de identidad. Si notas que la confusión es demasiado grande y te supera, te recomiendo que le eches un vistazo a mi artículo sobre cómo afrontar una crisis de identidad, donde encontrarás más herramientas para navegar esta etapa.

¿Sabías que las rupturas también tienen "temporada alta"?

Parece curioso, pero es así. Las estadísticas en España, por ejemplo, muestran picos muy claros. Septiembre es un mes que concentra una cantidad enorme de solicitudes de divorcio. Un análisis reciente señalaba que hasta el 30 % de las peticiones anuales se presentan justo al volver del verano, lo que muestra un patrón postvacacional evidente.

Ser consciente de esto te puede ayudar a entender el contexto. Si estás pasando por una ruptura en una de estas "temporadas altas", es probable que los recursos de apoyo (desde psicólogos hasta grupos de actividades) estén más solicitados. Esto hace que sea todavía más importante planificar con antelación cómo vas a construir tu red de soporte.

Para que te hagas una idea, aquí te dejo una comparativa sobre cómo enfocar tu estrategia de afrontamiento según el momento del año.

Estrategias de afrontamiento según el momento de la ruptura

Esta tabla compara cómo puedes adaptar tu búsqueda de apoyo dependiendo de si tu ruptura coincide con un periodo de alta demanda, como septiembre, o uno más tranquilo.

Área de intervenciónEstrategia en periodo de alta demanda (ej. septiembre)Estrategia en periodo de menor demanda (ej. primavera)
Búsqueda de terapiaContacta con profesionales con antelación; es probable que haya listas de espera. Considera opciones online, que suelen tener más flexibilidad.Tienes más margen para investigar distintos enfoques y encontrar al profesional que mejor conecte contigo sin tanta prisa.
Apoyo socialOrganiza planes con tus amigos de forma proactiva. Todo el mundo vuelve a la rutina y las agendas se llenan rápido.Aprovecha el buen tiempo. Propón planes al aire libre y actividades de grupo que te faciliten socializar y conocer gente nueva.
Nuevas actividadesInscríbete en cursos o talleres que arrancan con el "nuevo curso escolar". Es el momento perfecto para empezar algo de cero junto a más gente.Explora actividades más de temporada, como clubs de senderismo o deportes acuáticos, para diversificar tus opciones y salir de la rutina.

Entender estos patrones externos no es para agobiarse, sino para darte una ventaja. Te permite gestionar tu propio proceso de una forma mucho más estratégica y consciente.

Claro, aquí tienes la sección reescrita con un tono más humano y natural, siguiendo el estilo de los ejemplos proporcionados.


Señales de que podrías necesitar ayuda profesional

Superar una ruptura es un proceso muy personal, y aunque es completamente natural, no siempre es un camino recto hacia la recuperación. Como psicóloga, sé que a veces el dolor, en lugar de suavizarse con el tiempo, se queda estancado o incluso se hace más grande. Quiero que sepas que pedir ayuda no es un fracaso; todo lo contrario, es un acto de valentía y un gesto de profundo autocuidado.

Reconocer cuándo necesitas ese apoyo externo es el primer paso. No tienes por qué cargar con todo esto en soledad, especialmente si sientes que la situación te desborda.

Duelo normal frente a duelo complicado

Es importante aprender a diferenciar entre el dolor normal de una pérdida y un duelo que se ha complicado. Un duelo sano, aunque sea intensísimo, tiene movimiento: fluctúa. Habrá días horribles, sí, pero también otros en los que verás un rayo de luz. En cambio, un duelo complicado se siente como un pozo del que es imposible salir, un bucle sin fin.

Aquí te dejo algunas señales de alerta que podrían indicar que estás experimentando algo más que el dolor habitual de una ruptura y que la ayuda profesional podría ser clave para ti.

  • Incapacidad para funcionar en tu día a día. Si han pasado meses y sigues sin poder concentrarte en el trabajo, descuidas tu higiene o te resulta imposible cumplir con tus responsabilidades más básicas, es una señal importante.
  • Tristeza persistente e invalidante. La tristeza es normal, pero si se convierte en una apatía tan profunda que te impide disfrutar de absolutamente nada que antes te gustaba y no mejora con el paso de las semanas, podríamos estar hablando de un posible cuadro depresivo.
  • Aislamiento social extremo. Una cosa es necesitar tiempo a solas para lamerte las heridas, y otra muy distinta es evitar sistemáticamente a amigos y familiares, hasta el punto de que te genere pánico o rechazo la idea de socializar.
  • Abuso de sustancias o conductas de riesgo. Si estás recurriendo al alcohol, a otras sustancias, a la comida de forma compulsiva o a relaciones esporádicas para anestesiar el dolor, estás usando mecanismos de evasión que, a la larga, solo complicarán tu proceso.

Un duelo se complica cuando el dolor deja de ser un estado temporal para convertirse en tu nueva identidad. Si sientes que la ruptura te ha definido por completo y no ves una salida, es el momento de buscar una mano experta que te guíe.

Cómo puede ayudarte la terapia en este proceso

Buscar ayuda profesional no significa que alguien vaya a chasquear los dedos y solucionar tus problemas. Significa que vas a tener un espacio seguro y confidencial, libre de juicios, donde una persona experta te dará las herramientas para que tú misma puedas reconstruirte. En el contexto de la terapia de pareja, incluso cuando la relación ha terminado, el trabajo individual es fundamental para sanar las heridas y preparar el terreno para futuras relaciones más sanas.

En terapia, trabajaremos juntas para:

  • Procesar emociones estancadas. A veces, la rabia, la culpa o una tristeza muy profunda se quedan enquistadas. Un psicólogo te ayuda a darles un espacio seguro para que salgan y dejen de hacerte daño desde dentro.
  • Identificar y cambiar patrones. Analizaremos qué patrones de pensamiento y comportamiento te mantienen atada al dolor. Aprenderás a reestructurar esas ideas destructivas de las que hemos hablado antes.
  • Desarrollar herramientas de afrontamiento. Te enseñaré técnicas específicas para gestionar la ansiedad, manejar la soledad y fortalecer tu autoestima, que suele quedar muy tocada después de una ruptura.
  • Reconstruir tu identidad. Te acompañaré en el proceso de redescubrir quién eres fuera de esa relación, ayudándote a reconectar con tus valores, tus pasiones y tus metas personales.

Un dato muy revelador del INE es que prácticamente el 80 % de los divorcios recientes en España son de mutuo acuerdo. Esto sugiere que muchas rupturas ya no se centran en conflictos eternos, sino en la necesidad de una reconstrucción práctica y emocional. Puedes leer más sobre estas tendencias en las rupturas en España en cronista.com. La terapia se alinea perfectamente con esta necesidad, ofreciendo un apoyo enfocado en avanzar y mirar hacia adelante.

Si te identificas con alguna de estas señales, o simplemente sientes que necesitas un apoyo extra para superar una ruptura, no dudes en dar el paso. Es una de las mejores inversiones que puedes hacer en tu bienestar futuro.

Las preguntas más frecuentes que me hacéis en consulta sobre rupturas

Para cerrar esta guía, he querido reservar un espacio para esas dudas que, casi sin excepción, aparecen una y otra vez en mis sesiones de terapia. Son esas preguntas que nos asaltan en mitad de la noche o en un momento de bajón, y que nos hacen sentir increíblemente solas y perdidas.

Mi intención es darte respuestas directas y claras, basadas en mi experiencia como psicóloga, para que te sirvan de brújula en medio de la tormenta. Piensa en esto como una conversación de tú a tú, abordando las inquietudes más humanas que surgen cuando un vínculo importante se rompe.

¿Cuánto tiempo voy a tardar en superar esta ruptura?

Esta es, sin duda, la pregunta del millón. Y la respuesta más honesta es que no existe un calendario universal. Seguro que has oído hablar de teorías populares, como la regla de los tres meses para el desapego o incluso esperar un año entero para relaciones muy largas. La idea detrás de esto es que necesitas vivir todas las fechas clave en solitario: cumpleaños, aniversarios, las primeras navidades…

Pero, sinceramente, más allá de contar los días, lo que de verdad importa es qué haces con ese tiempo. La sanación no es un proceso pasivo de sentarse a esperar. Requiere que tomes acción, que seas compasiva contigo misma y que te impliques en tu propio bienestar. El tiempo que tardes dependerá de muchos factores, como cuánto duró la relación, el tipo de apego que teníais y, sobre todo, las herramientas que uses para gestionar el dolor.

¿Es normal que siga pensando en mi ex todo el tiempo?

Sí, es absoluta y completamente normal. Cuando una relación termina, tu cerebro necesita tiempo para "recablear" todos esos circuitos neuronales que estaban asociados a esa persona. Es un proceso de deshabituación, muy parecido a dejar un hábito que llevas años repitiendo. Por eso los recuerdos aparecen de la nada o tu mente vuelve a esa persona casi por inercia.

No te castigues por pensar en tu expareja. En vez de luchar contra ese pensamiento, intenta observarlo sin juzgarlo y déjalo pasar, como si fuera una nube que cruza el cielo. La clave no es dejar de pensar, sino aprender a no quedarte enganchada en ese pensamiento.

Verás que, a medida que vayas llenando tu vida con nuevas rutinas, aficiones y personas, esos pensamientos irán perdiendo fuerza e intensidad. Es un proceso natural.

¿Debería intentar que seamos amigos?

Aquí mi recomendación profesional es muy clara: no. Al menos, no al principio. La famosa regla del "contacto cero" no es un capricho, es una herramienta fundamental para poder sanar de verdad.

Intentar forzar una amistad justo después de romper es, casi siempre, una forma de no soltar del todo. Es como dejar una puerta entornada por si acaso, manteniendo viva una pequeña esperanza de reconciliación que solo sirve para alargar el sufrimiento y enturbiar el duelo.

Para que una amistad real pueda existir en el futuro (y no siempre es posible ni necesario), ambos necesitáis haber sanado por separado, haber cerrado por completo la etapa romántica y no tener ya ninguna dependencia emocional. Primero, date el espacio que necesitas para curarte tú. Ya habrá tiempo de ver qué pasa después.

¿Y si la ruptura fue por mi culpa?

La culpa es una de las emociones más pesadas y paralizantes que existen. Es muy fácil caer en la trampa de repasar en bucle cada error, cada discusión o cada mala decisión, castigándote por ello. Aunque hacer autocrítica es sano y necesario para aprender, quedarse atrapada en el ciclo de la culpa no te va a ayudar a avanzar.

Una relación es cosa de dos, y la responsabilidad de que termine rara vez es del 100 % de una sola persona. En lugar de culparte, te propongo un cambio de enfoque:

  • Pasa de la culpa a la responsabilidad: "Vale, cometí este error y asumo mi parte. ¿Qué he aprendido de esto para no volver a repetirlo?".
  • Pasa de la autocrítica al autoperdón: "Hice lo que pude con las herramientas que tenía en ese momento. Me perdono por no haber sabido hacerlo mejor".

Este pequeño giro en tu diálogo interno es clave para poder cerrar esta etapa sin que tu autoestima quede destrozada por el camino.

Trabajemos juntos

Para escucharte, apoyarte y dotarte de nuevas estrategias que estimulen todo tu potencial, aquí estoy. Estoy disponible tanto para terapia presencial en Las Palmas como para sesiones online.

Para dudas concretas, puedes enviarme un email.


  • Bonita la gente que es diferente — Jarabe de Palo

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